Leyendas y Cuentos

CUENTO

Hace muchos años, vivía en un pueblo cerca de una montaña Tlachi, el tlacuache, quien era muy pobre y se sentía muy desdichado de ver a sus padres y hermanos morir de hambre, su papá que se dedicaba a sacar carbón de los troncos caídos en el bosque, no le alcanzaba el dinero para mantener a su familia.

Tlachi, que era el mayor de los hijos un día se armó de valor y tomó una mochila donde metió un poco de ropa y su mamá le hizo unos taquitos de frijolitos para el camino, y así el tlacuache que era aún muy joven decidió tomar camino e ir a buscar fortuna muy lejos de su pueblo.

Al lado de otros tlacuaches que al igual que él, soñaban con el tal llamado “sueño americano”, así que en el camino se le fueron uniendo, y viajaron por muchas partes, trabajaban en lo que podían, pero por su aspecto (como sabemos, los tlacuaches no son muy bien parecidos) eran discriminados en su andar.

Al paso de los días, semanas, meses y años, Tlachi y sus amigos llegaron a la frontera norte, donde aprendieron nuevos oficios, y empezaron a ganar en dólares, que era más que un peso de su país, algunos tuvieron menos fortuna y tuvieron que regresar sin nada, pero Tlachi que era muy trabajador y formal, continuó adelante.

Trabajó muy duro, y fue ahí donde se dio cuenta que, en vísperas de Navidad, en aquella ciudad donde vivía adornaban con luces de colores las casas, por lo que a él le pareció una idea muy bonita y novedosa, porque era algo que no había visto en su pueblo. Fue cuando decidió comprar algunas luces y mandarlas para que su familia pudiera adornar en navidad.

Tlachi, también le envió a su familia un nacimiento del Niño Jesús de tamaño real, ya que al irle bien a él en ese país lejano, podía enviarles dinero para que mejoraran su calidad de vida, sus hermanos pudieron estudiar y sus padres arreglaron muy bonito su casa, por lo que este nacimiento llamaba la atención de vecinos y extraños, que empezaron a ir cada año a visitarlo.

Ya que este nacimiento tenía animales disecados, adornos propios de la región, como magueyes, arbustos y lleno de luce multicolores que le daban el toque natural que iba en armonía con el lugar campirano ya que vivían al pie de la montaña.

Sus paisanos de Tlachi, que también estaban en ese país lejano, lo imitaron y empezaron a enviar todo lo necesario para que sus familias en su pueblo pudieran adornar en Navidad las fachadas de sus casas y así, hace más de 40 años, que se inició con una tradición muy bonita de la Villa navideña al pie de la montaña.

Cuando Tlachi consideró que ya había trabajado lo suficiente para mantener a su familia, decidió regresar a su pueblo, donde continuó con esta tradición familiar y junto con sus vecinos año con año, adornan sus fachadas con luces navideñas y adornos alusivos a la fecha, incentivando a sus vecinos a preservar esta bonita costumbre que le ha dado fama y reconocimiento a su pueblo.

Tlachi, quiere que vengas a conocer su villa navideña, pero para que asistas debes creer en la Navidad, en su significado de amor, paz y esperanza, porque quienes no creen en ella, pues simplemente no sentirán nada al ver este lugar iluminado en esta época especial del año, porque dirán “son solo luces y adornos”, peo quien si cree en la Navidad, verá algo fantástico como salido de un cuento de hadas y su imaginación se desbordará al recorrer cada una de las calles de esta enigmática villa navideña al pie de la montaña, los envidiosos dirán que es San Pedro Tlalcuapan, pero no, es el pueblo de Tlachi el tlacuache. Fin

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