Arte y Cultura

UN ARTE HECHO A MANO.

POR: CECILIA TORRES

En una vajilla de talavera, donde lo mismo se sirve un chocolate espumoso que un chile en nogada, obtuvieron su denominación de origen en 1994, por sus peculiares diseños; pero cómo empezó a producirse esta loza que ha dado fama mundial a los estados de Puebla y Tlaxcala, vamos a conocerlo.

HISTORIA Y SURGIMIENTO.

La conformación del sistema productivo de talavera surge a partir del siglo XVI cuando los franciscanos procedentes de España introducen a la ciudad de Puebla la cerámica de talavera como una actividad artesanal.

La proliferación del oficio y el éxito de la artesanía en la Nueva España generó la reglamentación del oficio mediante la formación del gremio de los talaveranos; dicho gremio establecía no sólo las condiciones legales del artesano, también establecía el riguroso proceso de elaboración de la talavera y su diferenciación en el mercado como la loza más fina que se elaboraba en la época marcando el primer periodo de auge de la talavera.

Asimismo, un segundo periodo de auge en la década de los setenta y ochenta del siglo XX que sustenta la base del sistema productivo que conocemos actualmente. Posteriormente el tercer periodo de auge, surge en la década de los noventa enmarcado por la adquisición de la denominación de origen talavera.

Si bien la región de estudio se encuentra conformada por Puebla y San Pablo del Monte, municipio de Tlaxcala, éste último se encuentra excluido en las primeras etapas de formación del sistema productivo; no es sino hasta la segunda etapa de conformación de dicho sistema que se habla de los artesanos de talavera de San Pablo del Monte como socializadores del conocimiento de elaboración de la talavera. Por lo tanto, los artesanos de San Pablo del Monte son elementales para entender la organización actual del sistema productivo de talavera.

Puebla, debido a ser un estado por el cual se interceptaban los principales caminos comerciales para Perote, Veracruz, Oaxaca y Guatemala, los comerciantes poblanos se encontraban en una situación privilegiada para cubrir el consumo local y regional y surtir dos mercados cercanos importantes: el de la capital de México y del puerto de Veracruz.

CERÁMICA VIDRIADA.

Para el año de 1600, los alfares poblanos eran altamente reconocidos por la calidad y belleza inigualables de las piezas que en ellos se elaboraban, las cuales eran utilizadas principalmente para la decoración de construcciones religiosas. Estas piezas pueden admirarse en el templo de San Francisco, en la capilla del Rosario o en la iglesia de Acatepec, Cholula. En el trabajo de Cervantes uno de los mejores trabajos de investigación de la historia de la loza poblana.

HISTORIA DE LA LOZA POBLANA

A inicios del siglo XX con la llegada del español Enrique Luis Ventosa quien quedó admirado con la belleza de las piezas antiguas de mayólica blanca y al ver que dichas piezas ya no se fabricaban, decide trabajar en diversos talleres, el último de ellos fue el de Isauro Uriarte. Ventosa rescata el azul oscuro y los motivos tradicionales de talavera generando el resurgimiento de la actividad, rescatando el color azul de los estilos chinescos, figuras chinas, pájaros del siglo XVII y XVIII,  fabricando todo tipo de piezas.

Ésta se diferenció por sus excelentes acabados, los cuales combinaban perfectamente los dos azules “el delgado y el esmalte realzado, oscuro y brillante” con que se trazaban figuras chinas, pájaros exóticos, estanques o flores, figuras resaltadas por un fondo oscuro que la mayoría de las veces era enmarcado por pequeñas hojas en relieve, las cuales debido a la manera en que estaban pintadas brillaban hermosamente.

Debido a la gran demanda de la talavera, en el taller Uriarte, se necesitó de un gran número de trabajadores los cuales procedían principalmente de la ciudad de Puebla y artesanos de los estados aledaños; éste fue el caso de varios artesanos de San Pablo del Monte, Tlaxcala que aprendieron el oficio.

Fue así como los artesanos de Puebla y San Pablo del Monte, adquirieron de primera mano el conocimiento de elaboración de la talavera, flexibilizando muchas de las veces su mano de obra en las distintas etapas de elaboración de la talavera lo que les permitió adquirir el conocimiento y las habilidades suficientes como para abrir sus propios  talleres tanto en la ciudad de Puebla como en San Pablo del Monte, Tlaxcala.

PROCESO ARTESANAL.

Los barros, el rojo y el blanco se usan mezclados en partes iguales después de haber sido purificados de cuerpos extraños, posteriormente se exponen al sol en grandes depósitos de agua en los que se dejan descomponer, en un lugar húmedo de cinco a seis meses para que adquiera la plasticidad necesaria, cuanto más se pudra mejor será el barro.

Cuando el barro está en posibilidad de ser trabajado pasa a la sección de tornos en donde se da forma a los objetos que son secados a la sombra sin corrientes de aire. La obra se vuelve a tornear a los dos días hasta que queda completamente acabada. Los tornos son del sistema antiguo de pie, ya que según Ventosa es mejores que los tornos mecánicos “pues quitan el sabor al arte”.

Las piezas crudas tardan dos o tres meses en secar o más tiempo si hay lluvia. Una vez seca la obra cruda, se procede a la primera cocción que llaman en México jagüete que es a una temperatura aproximada de 850 °C.

Se colocan en los hornos pequeños y cuadrados durante 6 o 7 horas y se usa leña (actualmente ya se cuentan con hornos que reducen la cantidad de horas de cocción).

Una vez extraídas las piezas de esta primera cocción, se cercioran que no haya objetos rotos dando un ligero golpe a la pieza, la sonoridad indica si la pieza está bien, aquella que no se encuentra en buenas condiciones y calidades que cada taller ofrece es destruida. Posteriormente se procede a lavarlas con escobeta para después cubrirlas con el baño de esmalte.

Se colocan en el horno cuando esté caliente. Lista la calerna, se mezcla con la arenilla en la proporción indicada de agua, y se pasa a los molinos para su trituración y afinación hasta lograr una masa pastosa y fina.

Las piezas jagüeteadas son barnizadas por inmersión en grandes cubos de barro y secadas al sol por unas horas.

La pintura debe trabajarse con mucha habilidad con la mano, si se necesita un decorado que tenga regularidad se hace el dibujo en papel, se pica y estampa cuidadosamente con polvo de carbón sobre la pieza.

Los colores utilizados tratan de recrear la utilizada en la loza antigua, principalmente el azul gordo o de relieve, color característico de la loza de talavera, así como el amarillo o ahuevado, el azul delgado, el verde, colorado, negro, sepia o morado. Dicha pintura se aplica en la cerámica por medio de un proceso que se llama pintar sobre crudo “hacerlo sobre el barniz sin fundir”.

Las piezas una vez decoradas se acomodan dentro del horno para una segunda cocción que dura hasta cuarenta horas a 1,100 °C.

La transmisión de conocimientos de la elaboración de talavera de un artesano a otro y de un taller a otro tanto en la ciudad de Puebla como en la ciudad de Tlaxcala sentó las bases que organizan y permiten funcionar al sistema productivo de talavera que conocemos hoy día.

TALAVERA DE SAN PABLO DEL MONTE.

San Pablo del Monte es el municipio del estado de Tlaxcala, donde se elabora esta artesanía cuya producción conserva las técnicas originales implantadas por los primeros alfares españoles que se establecieron en la ciudad de Puebla, desde la segunda mitad del siglo XVI.

Actualmente, en este municipio se encuentra un corredor artesanal donde se encuentran los talleres de talavera, con piezas únicas que realmente son verdaderas obras de arte y que usted puede adquirir con los creadores directamente y así poder lucir una vajilla o adorno de talavera tlaxcalteca.

Fuentes: Cervantes de Salazar Francisco (1985) Crónica de la Nueva España, Porrúa, México, 860p.

Castells Manuel (1997), La era de la información. Economía, Sociedad y Cultura. Vol.1, La sociedad red, Madrid, Alianza.
Castro Efraín (1989), “Puebla y la talavera a través de los siglos”, en Cortina Leonor
La talavera de Puebla, Artes de México, No. 3, primavera, México, pp. 32-40.
Cortina Leonor (1999), “La talavera de Puebla”, en Talavera contemporánea, Secretaría de Cultura del Estado de Puebla/Universidad de las Américas-
Puebla/Uriarte Talavera, Puebla México, pp. 13-25.
Ventosa Enrique (1971), “La loza de Talavera” en Carrasco Rafael (compilador), Puebla, azulejo mexicano, H. Ayuntamiento de Puebla, Relaciones Públicas, Puebla México

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