Leyendas y Cuentos

FUE EN OCTUBRE.

Corría el año de 1993, era el 30 de octubre, vísperas de la fiesta de Todos Santos o Día de Muertos, cuando venía del trabajo, ya que salía a las 8 de la noche de la radiodifusora donde laboraba como reportera en un noticiero, ésta se encontraba en la ciudad de Tlaxcala, yo soy originaria de Zacatelco, por lo que tenía que abordar un colectivo que me acercara a mi terruño.

Ese día como siempre, bajé en la parada denominada los Delfines, sobre la carretera federal Tlaxcala – Puebla, ya en la población de Zacatelco, al ser yo de la sección primera, caminada 15 minutos para llegar a mi casa desde esa parada.

Cuando llegué, me di cuenta que mi papá no había ido a esperarme como de costumbre, así que me armé de valor y empecé a caminar sobre el bordo de una barranquilla, al pasar el puente ya en la calle que lleva a mi domicilio, escuche muchos murmullos de gente, así que voltee y vi como en una esquina más adelante, venía un grupo de personas vestidas con gabardinas negras y bufandas blancas, al ser una noche muy fría con viento fuerte, como son las noches de octubre, no me causó extrañeza ver que sus bufandas revoloteaban frente a sus rostros, sin que estos se vieran completamente.

Sin más, emprendí mi camino, no había recorrido ni 100 metros cuando los perros comenzaron a labrar a mi paso, lo cual es común en esta región, ya que la mayoría de viviendas tienen a sus mascotas afuera para protección. Esa tarde había caído una lluvia, por lo que el camino de terracería tenía charcos, los cuales iba esquivando para no mojarme los zapatos.

Al notar que los perros labraban cada vez más a mi paso, me puso un poco nerviosa, pero me di cuenta que no se dirigían a mí los canes, sino al grupo de sombras negras que venía justo atrás de mí, al voltear, un escalofrío recorrió mi cuerpo al percatarme que ellos no tenían pies, ya que pasaban por los charcos de agua sin que ésta se moviera, y los perros al verlos tan cerca de ellos, aullaban y huían como si los hubieran pateado.

Fue ahí cuando comencé a correr, no supe cómo pero llegue a mi casa, donde mi mamá cocinaba, ya que preparaba diversos alimentos típicos para ponerlo en la ofrenda a los difuntos de la familia como es tradición en esta temporada.

Al llegar le conté lo que había visto, cuando se empezaron a escuchar los murmullos que justo pasaban por la calle y los perros aullaban y se escondían temerosos, salimos juntas a la calle, pero el grupo de personas ya había pasado y sólo a los lejos se venían las sombras oscuras y se escuchaba el murmullo de sus voces, sin  entender que decían, esa noche de octubre y la luna llena, fueron testigos mudos de esta experiencia vivida.

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