AL MORIR OCTUBRE, NACE NOVIEMBRE
El primero de noviembre es el día de los muertos. Y yo que creía que los días de los muertos eran todos, como lo recuerdan de manera incesante las realidades de Gaza e Israel, Rusia y Ucrania, nuestras amadas colombias, la real y la fabulada, marcadas por el signo de la muerte.
Como si por ser inevitable, la muerte nos empujara a «madurar biches», esa expresión tan colombiana que madurado biche se nos ha convertido en un adjetivo cotidiano, como otros que tanto nos definen: espontáneo, apasionado, improvisado o alegre. En Colombia, y en Latinoamérica, vivimos (ok, trasegamos) hombro a hombro con la muerte, porque así nos tocó, y así lo hemos aceptado.
Roque Dalton, ese glorioso y torturado poeta salvadoreño, que falleció un año antes de que yo llegara al mundo, lamentó en su singular poema «El descanso del guerrero» que «los muertos están cada día más indóciles». Dalton llevó la muerte al hombro desde su primera juventud y nunca la abandonó en vida, hasta que por fin le echó mano y se lo llevó (a los 39 años), como esa Novia Fiel a la que con pudor, temor y humor se rinde homenaje en algunos países de Centroamérica y en México.
Hoy es justamente México el país que viene a mi mente, porque, como ningún otro, le ha dado un vuelco a su comunión con la muerte. Ella es la Compañera Permanente del mexicano, con todo lo que esto implica, si nos acogemos a su acepción legal. El mexicano y la muerte se aman, se repelen, se gastan bromas y al final están eternamente juntos. No en vano dijo Octavio Paz que: “para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente.»
No hace mucho tiempo, cuando la profesora mexicana Paty Garibay me enseñó a escribir calaveras literarias, se abrió para mí una puerta inexplorada; una nueva forma de comunicación con la muerte.
La intuía, pero no la conocía. La muerte me acompañaba, agazapada en la sombra, desde que comencé a escribir poesía; casi desde siempre, porque la muerte y la poesía son inmanentes a la vida.
El año pasado participé, por primera vez, en un concurso internacional de calaveras, donde obtuve el segundo puesto. Lograr el segundo puesto en un concurso de calaveras evoca la imagen de un mercader de huesos: casi tan bueno para ser tomado en serio; pero también sospechoso por hacer reír a costa de lo macabro.
Por eso, y por tantas otras cosas, quisiera creer que si me animo con tequila, si me muero por unos chilaquiles y no puedo vivir sin jalapeños, si se me sacude el esqueleto cuando suena Café Tacvba, si en mis delirios de poeta me creo amigo de Langagne, Pacheco y Revueltas, si me siento chingón de vez en cuando, si ya le perdí el respeto a la muerte y ahora escribo calaveras… acaso harán de mí un día un mexicano honorario.
El verdaderamente mexicano Amado Nervo, quien fuera como yo poeta y diplomático, le lanzó este desafío a la muerte, que (¡vaya, ironía!) lo ha inmortalizado:
«Muerte, ¡cómo te he deseado!,
¡con qué fervores te he invocado!,
¡con qué anhelares he pedido
a tu boca su beso helado!
¡Pero tú, ingrata, no has oído!»
El humor y la muerte se repudian y se atraen. Ojalá sepa la Novia Fiel que ya le tengo afecto. Por eso, arriesgando mi pellejo, hago públicas mis sátiras hacia la muerte. Llevan nombre propio, como los amigos de Ecuador, Colombia y México que las inspiraron.
Aquí están:
I. CALAVERA DEL ENFERMO DE AMOR
(Para Carlos Herrera Toro)
Querido señor siquiatra,
pregunto para un amigo.
Una mujer lo idolatra.
La otra lo trae jodido.
Una le tiende la cama.
La otra -¡Ay!- se la destiende.
Una con amor lo llama.
La otra si él llama no atiende.
Una le jura: -¡Yo te amo!
La otra le dice: -¡No quiero!
Una le insiste: -¿Te llamo?
La otra: -¡Tráeme dinero!
Él anda bien ojeroso,
batallando con la Muerte.
No aguanta ya por celoso.
Sufre y maldice su suerte.
Una lo busca desnuda.
La otra no le da ni la hora.
Una le lee a Neruda.
Y la otra ni «La Mala Hora».
-Mas, ¿cuál lo trae contento?
-Creo que es una vecina.
-¿Y cuál le causa lamento?
-La Novia Fiel, que lo arruina.
La Güera le clavó el diente.
Ese amor nadie lo niega.
Porque el amor de la Muerte,
con ese amor no se juega.
Señor siquiatra, le pido;
oiga, por amor al cielo,
cúreme usted a mi amigo.
No lo quiero ver en duelo.
-Algo doy, algo prescribo,
pa’ darle vigor de toro.
-¿Cómo se llama el amigo?
-Pues Carlos Herrera Toro.
II. CALAVERA LETAL COLOMBO-MEXICANA
(Para Ludar Foocs y Jairo Mejía)
Ludar y Jairo Mejía
entran a un bar clandestino.
Alguien dice: -Es el día.
-¿Y eso de dónde provino?
Una Anciana alza una copa.
Revela su cara Huesuda.
¡Zas!, que Ludar se la topa.
A Jairo le brinca desnuda.
-¿Cómo es así de elástica?
Ludar le da un botellazo.
-¡Maldita botella plástica!
Ella le da un guadañazo.
La Muerte se les revela.
Dice: -yo vengo por uno.
-Nos lleva a los dos, Abuela.
Acá los dos somos uno.
-¡Muy bien, les llegó la hora!
Con bravía se le enfrentan.
-Que lleve a los dos, Señora.
Y las acciones comienzan.
Jairo la maldice en verso.
Ludar la baña con mezcal.
Jairo ya le prende fuego.
La Muerte saca su puñal.
Ludar no anda sigiloso.
Es bárbaro y efectivo.
Es un gigante greñoso.
Asusta aun al más vivo.
Jairo prepara la cuerda.
Le va a colgar hasta el nombre.
El credo al revés recuerda,
como hizo Francisco el Hombre.
Por separado son rudos,
pero juntos son letales.
Están esos dos barbudos
jugando a ser inmortales.
No hay otro juego que cuente
tratándose de la Muerte.
Quien diga otra cosa miente.
Vale la ley del más fuerte.
Si hoy esta historia les cuento
es porque fui su testigo.
Que sirva de testamento
la épica voz de este amigo.
-¿Cómo concluyó?, pregunta,
con los ojos en lágrimas.
-¿Cómo? La vida es injusta.
¿O qué dicen las ánimas?
Relatan que nadie enfrentó
con tal valor la Calaca.
Que a la Anciana la amedrentó
la osadía, no la estaca.
Pero todo tiene un final
y ese final fue glorioso.
Llegó la hora de recordar
a ese Ludar el furioso.
Junto al bárbaro, sin dudar,
habrá otro monumento:
el de Jairo, quien, con Ludar,
enfrentó a ese Esperpento.
Ellos no han muerto. No han muerto.
Pero no estarán ilesos.
Ludar se ha quedado tuerto.
Jairo no siente los huesos.
-¿Y qué pasó con la Muerte?
-Huyó, huyó, compañera.
A la Cruel no le divierte
que el que es rebelde no muera.
No hay otro juego que cuente
tratándose de la Muerte.
Quien diga otra cosa miente.
Vale la ley del más fuerte.
Decidlo a los cuatro vientos:
la Muerte fue derrotada.
Quizás con los malos tiempos
regrese la Descarada.
Los dos héroes maltrechos
sellan un pacto y lo cumplen.
Señores, se habla con hechos:
Los dos héroes irrumpen.
Viene la rueda de prensa.
El resumen del partido.
La alegría será inmensa.
La tricolor ha vencido.
-¿Si pudo haber sido mejor?
Que nos lo juzgue el destino.
La Muerte le teme al dolor.
Perdió su instinto asesino.
-¿Si va a durar? No sabemos.
Mas viene de ala caída.
Amanecerá y veremos.
La Cruel solo está dormida.
Que gracias al profe y los fans.
A los patrocinadores.
Cada día están siendo más
nuestros fieles seguidores.
Jairo ya se recupera.
Ludar le sigue los pasos.
Esta es una calavera
que se defiende a balazos.
No hay otro juego que cuente
tratándose de la Muerte.
Quien diga otra cosa miente.
Vale la ley del más fuerte.
III. CALAVERITA DEL ALCOHÓLICO
(Al que le caiga el guante)
Vino el Diablo con su soga
a echármela al santo cuello
lo agarré por esa toga
me libré del atropello
giré y vi que no era toga
sino que era una sotana
es un cura y me interroga
son las dos de la mañana
muy borracho estoy le digo
como para hablar de Cristo
véngase a beber conmigo
hoy yo pago Padre insisto
no es injuria no es calumnia
yo soy simplemente ateo
yo sé que no soy de alcurnia
mas Padre no me haga el feo
bebiendo huimos de la Muerte
o le invitamos un trago
si hoy morir es nuestra suerte
descuide Padre yo pago
que si debo vivir sobrio
prefiero estirar la pata
la vida es el purgatorio
sin ron mujeres ni plata
Señoras y señores, gracias, ¡este muñeco cambia de aparador!
*DUVÁN OCAMPO.
Escritor y diplomático. Actualmente es Cónsul de Colombia en Dinamarca. Reconocido por su trayectoria literaria, ha ganado múltiples premios y ha publicado cuatro libros de poesía. En ellos explora temas de amor, exilio y realidades urbanas, con una voz singular y profunda.
Sus obras incluyen:
– «A ESTA HORA TAMBIÉN HAY SEXO EN KIEV» (Avant Editorial, España, 2024). Finalista del III Premio Internacional de Poesía Juan Ramón Jiménez (Miami, 2022).
– «HAGIOGRAFÍA DE LOS BARES DEL SUR» (Editorial Tegra, España, 2021). Sobre la inexorabilidad del tiempo, la fidelidad y el dolor.
– «FAIRY TALE» (Avant Editorial, España, 2020), donde reinventa los cuentos de hadas con un toque lírico.
– «LA MUJER DE LOS SENOS TUERTOS» (II Premio del V Concurso Internacional de Poesía Universidad de Deusto, España, 2000). En esta colección explora el desgarro y la fatalidad de un joven amor.
IG: @duvan.reynerio.ocampo