CERRO DEL OZTOTL
POR: ABRIL GÓMEZ M
El Tercer Señorío de la Antigua República de Tlaxcala es Tizatlán “Tierra de Tiza”, ahora comunidad del municipio de Tlaxcala mejor conocido como San Esteban Tizatlán, cuenta con un lugar emblemático ecoturístico, digno de visitar en familia, se trata del Cerro del Oztotl, lugar con historia, leyenda y tradición sobre el origen de los tlaxcaltecas ¿Quieres conocerlo?
Tlaxcala Cultural conversó con uno de los integrantes del Grupo Cultural Tercer Señorío de Tizatlán, el profesor Adrián Sánchez Ávila, quien nos invitó a subir a lo más alto del cerro blanco denominado «Cerro del Oztotl», donde se localiza una cueva conocida por los lugareños como el “Cerro de la Cueva”.
Sánchez Ávila durante el recorrido nos narra que “La palabra ‘Oztotl’ en el Diccionario de la Lengua Náhuatl o mexicana de Rémi Simeón significa «caverna o cueva», término que hemos transformado a ‘Ostol’, por lo que ahora se utiliza la palabra correcta”.
“La cueva fue formada por la propia naturaleza, su entrada es el cráter por dónde hizo erupción, arrojando gran cantidad de piedra caliza, muy dura y blanquecina. Nuestros antepasados descubrieron que esas piedras al introducirlas en horno que, a base de fuego por un determinado tiempo, para después sacarlas y echarles agua fría, de inmediato hervían a mucha temperatura arrojando mucho vapor, y poco a poco se desintegraban convirtiéndose en un polvo muy blanco al que llamaron cal. Este polvo era revuelto con tierra o arena cernidos, y al agregarle agua se convertía en la llamada «mezcla» y la utilizaban como el cemento actual para pegar materiales para construcción, hacer pisos además para blanquear los muros”.
El profesor, explica que de acuerdo con investigaciones realizadas se conoce que “En la época prehispánica aquí en Tizatlán se utilizó la tiza para la construcción de sus templos, pegando la piedra de xalnene, tepetate y el ladrillo que ya era conocido; así como también las casas de Xicohténcatl el Tlatoani de Tizatlán del Tercer Señorío de la Antigua República de Tlaxcala.
Ya en la conquista para pegar los sillares y ladrillos de la Capilla Abierta. Más adelante en el pegado de la piedra de cantera negra en la construcción de la glesia de San Esteban a finales de 1800”.
UNA CUEVA MUY PECULIAR
La cueva se encuentra orientada de poniente a oriente, su medida aproximada es de 15 metros de largo, por cinco de ancho y por más de 3 metros de altura en algunas partes. En el fondo se encuentra una especie de pozo o túnel hacia abajo, por dónde hiciera erupción, mismo que ya se encuentra algo obstruido por los diferentes derrumbes.
Al salir de la cueva, se tiene al frente una extraordinaria vista de la majestuosa Malintzin y el pequeño volcán Cuatlapanga. Donde se observa la mancha urbana que sube hacia la montaña.
UNA LEYENDA SOBRE LA CUEVA
Hace algunos años, varias personas intentaron bajar por el pozo, atados con una cuerda, pero apenas habían descendido unos 4 metros sentían desmayarse, por lo que a la señal indicada los jalaban rápidamente, ya que según se dice, dicho lugar estaba embrujado.
La leyenda también nos dice que en la época prehispánica el túnel era utilizado como un pasadizo secreto al servicio de los Señores de los Cuatro Señoríos: Xicohténcatl, Tlahuexolotzin, Maxixcatzin y Citlapopocatzin.
Este pasillo secreto pasaba por debajo de la barranca «Huitzcolotepec», que forman los cerros blancos Oztotl y Cuautzin (cerro del águila), cuya agua corría desde lo más profundo de Tepeticpac, pasando por Teotlalpan y Tizatlán, hasta desembocar al Río Zahuapan a la altura de la «Garita». Dicho pasadizo salía en alguna parte del cerro «Cuautzin» de Tepeticpac. Los encargados de llevar y traer la información secreta, eran jóvenes fuertes, preparados por los sacerdotes y brujos en el altar de su dios Camaxtli, quien les daba luz y poder para trasladarse en ese peligroso y obscuro pasadizo.
MISTERIOS DEL OZTOTL
Recuerda el profesor Adrián Sánchez muy bien que por los años ’50 y parte de los ’60, por las noches a partir de las 8 de la noche, “se notaban varias luces que brillaban en lo más alto de los cerros Oztotl y Cuautzin, parecían luciérnagas, por lo que preguntaba a su abuelita el significado de esas luces que saltaban de lado a lado en los cerros, ella me decía que eran brujas y a esa hora realizaban una especie de danza para iniciar sus malignas actividades para repartirse la zona que correspondería a cada una, pues ya sabían en donde había niños recién nacidos para chuparles la sangre.
Ya dentro de la casa, embrujaban a los padres en las horas más profundas de su sueño, para que cuando le empezaran a chupar la sangre al niño, que lloraba desesperadamente, no fuera escuchado por ellos, quienes al amanecer encontraban a su bebé sin vida, con unas huellas en el cuello como las que causan los vampiros.
Al escucharse las versiones en el pueblo, las abuelas aconsejaban a los padres que tenían hijos recién nacidos, que debían protegerlos de esos malditos seres; tenían que poner unas tijeras en forma de cruz en su almohada y un espejo, así no podría acercarse la endemoniada bruja quien le tenía miedo a la cruz, y no podía verse al espejo porque se transformaba tal como era y sería identificada, según dice la gente”.
En una ocasión -recuerda- algunos amigos, niños de entre 12 a 16 años, acordamos subir al cerro del Oztotl al iniciar la noche, encabezados por el amigo mayor quien había tomado la escopeta a escondidas de su padre. Llevábamos una cobija doblada, enredada y cargada en la espalda para tener las manos libres, además de un machete para protegernos de algún animal y cortar leña. Llegamos a la parte alta del cerro y acampamos en una pequeña explanada, rodeada de matorrales y muchos árboles de encino, madroños y sabinos.
Cortamos muchas ramas de tlaxixtle, palodulce, huixcolote y un poco de pastizal seco, con lo que encendimos una fogata con algunas de las ramas que ya habíamos cortado, aunque las ramas estaban verdes, la de tlaxixtle ardía muy bien y poco a poco la íbamos atizando. Por cierto, estábamos cerca de una barranca de la loma llamada Tlamaya que está junto al Oztotl. Nos sentamos junto a la fogata y empezamos a contar cuentos de terror; ya cansados y tapados con nuestra cobija nos empezamos a dormir, el amigo mayor se quedaría de guardia.
Después de un rato, como a la media noche, nos despertaron unos disparos de la escopeta, muy asustados preguntamos “¿Qué pasa? ¿Qué pasa?” y nos dijo el del arma que le había disparado a la bruja. Hicimos un recuento de los asistentes y nos percatamos que faltaba uno, quien se encontraba profundamente dormido y a punto de desbarrancarse; según se cuenta, la bruja quería que eso pasara. Nuevamente, pero muy asustados, nos sentamos junto a la fogata, hasta que amaneció y de inmediato retornamos a nuestros hogares. No logramos ver a ese ser maligno, pero nos dio una señal de su poder y maldad, que casi lo logra. Y como decía mi abuelita “Colorín colorado, esta aventura ha terminado”.
UNA CUEVA CON HISTORIA
En la época de la Revolución Mexicana la cueva fue utilizada como escondite para resguardar a las mujeres con sus hijos, porque al llegar los revolucionarios, exigían al pueblo alimentos como tortillas, maíz y frijol para la tropa, además de pastura para sus caballos; incluso se llevaban por la fuerza a las mujeres para sus servicios como preparar sus alimentos.
Este escondite les daba seguridad, disimulando la entrada de la cueva con ramas de palodulce, tlaxixtle y huixcolote. Hasta recibir la señal para regresar a sus hogares, que en esos tiempos eran humildes que, por cierto, en esa época había mucha pobreza.
LA SANTA CRUZ
Por el año de 1954, con mis 11 años, recuerdo que el día de la Santa Cruz siempre se celebraba en domingo, ya fuese el mismo 3 de mayo o se transfería al domingo próximo. Las autoridades eclesiásticas del pueblo de San Esteban: el Sr. Fiscal, su Mayor y el Portero Mayor, invitaban con tiempo a su padrino para la parada de la Santa Cruz, que año con año se celebra en la parte más alta del cerro Oztotl.
Llegando la fecha pactada todos salían desde la casa del padrino del Fiscal, por ser el que se había comprometido con la máxima autoridad eclesiástica; ahí se iniciaba la procesión para subir al cerro del Oztotl en la que los tres padrinos se turnaban para cargar la Santa Cruz, acompañados de los fiscales con sus varas, los estandartes de las hermandades del Corazón de Jesús, de la virgen de Guadalupe y Nuestra Señora del Carmen, todo esto al toque del teponaxtle y la banda de música, con cohetes y mucha gente, subiendo todos por las veredas marcadas con el tiempo, ya que día a día subían y bajaban de las diferentes lomas de la comunidad.
Ya sobre la cueva, a las doce del día se celebra la Santa Misa y a continuación los padrinos invitaban a toda la gente a adorar la Santa Cruz, para después pararla en la planita construida para ese fin, adornada con flores y papel de china de color blanco y azul cielo, con muchos aplausos, dianas y una salva de cohetes.
Para que después los padrinos repartieran la colación, consistente de cacahuates, galletas de animalitos y unos dulces llamados confites, la delicia de los niños especialmente.
A continuación, los Sres. fiscales y personas que encabezaban las hermandades invitaban al público en general y a los padrinos a pasar al interior de la cueva para ofrecerles enchiladas verdes, rojas o de mole con queso añejo, rodajas de cebolla y rábano, acompañadas de hojas de lechuga, también servían agua fresca de frutas y el delicioso pulque curado. Este acto era amenizado por un grupo de música de cuerda que tocaban el salterio, banyo, violín, guitarra y contrabajo.
Una vez que se habían tomado sus pulquitos y después de haber escuchado algunas melodías empezaba el baile con los corridos y las corriditas, así como las canciones de la revolución: la Adelita, la Valentina, Marieta y hasta la Cucaracha. Terminando la fiesta como a las seis de la tarde, para bajar con la luz del día.
Actualmente ya no se ocupa la cueva, ya que ahora después de repartir la colación y las enchiladas, se emprende el camino a la casa de cada uno de los fiscales para invitar a comer a su nuevo compadre y personas que deseen acompañarlos. Esta celebración es una de las Costumbres y tradiciones de la comunidad de San Esteban Tizatlán.
CAMBIOS Y MODERNIDAD EN EL OZTOTL
Por los años setentas, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) debía de subir tres extra largos postes de madera a la parte más alta del cerro Oztotl, dónde fijarían los pesados cables de la línea que pasaría sobre los cerros blancos hasta las lomas de San Matías Tepetomatitlán. Con ese propósito tuvieron que abrir una calle con maquinaria pesada. Por ahí subieron los camiones con los postes, así como el material y herramientas necesarias para levantar los postes y tender la línea citada. A partir de entonces quedó abierta la calle hasta la actualidad.
En el gobierno de Beatriz Paredes Rangel (1987-1992), se realizó una reforestación al cerro Oztotl de Tizatlán; al plantar 10 mil arbolitos entre pino piñonero, ocote y algunos ahilites. Además de sembrar pasto para protegerlo de la erosión.
PARQUE TEMÁTICO
El Avión Boeing 727 se instaló en el lugar llamado “el banco”, al principio de la subida al cerro blanco llamado Oztotl. Por ese lugar las personas subían a las lomas del pueblo para recoger leña, quienes después cargaban su tercio por la espalda, utilizando su mecapal, las mujeres se apoyaban sobre el pecho y los hombres en la frente. Quienes al bajar por las veredas del Oztotl y al llegar a ese lugar descansaban su tercio en una especie de banquito el tiempo que fuera necesario, para proseguir su camino hacia su casa.
En el año 2019 se inició la instalación del avión Boeing 727, donado al municipio de Tlaxcala por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), otorgado por el ayuntamiento al pueblo de Tizatlán, para convertirlo en un espacio lúdico y de convivencia, dándole un uso educativo como biblioteca virtual y área de simulador de vuelo, fue abierto al público a principios del 2020 y ofrecía a los visitantes salas de espera y abordaje, área de juegos, mirador, artesanías, entre otros servicios.
La aeronave Boeing 727 con matrícula 3504 tiene una longitud de 46 m, una altura de 10 m y pesa 60 toneladas. Fue el primer Boeing 727 recibido por la Fuerza Aérea Mexicana el 22 de junio del 1981. A mediados de los ’90 se convirtió en avión carguero, hasta que finalmente fue dado de baja. Dicha aeronave fue trasladada desde Santa Lucía, municipio de Zumpango, Estado de México, desarmada y traída en doce plataformas hasta su llegada a Tizatlán.
Sin lugar a dudas, el Cerro del Oztotl nos ofrece una gran diversidad de opciones que bien valen la pena subir y llegar hasta la cueva, y disfrutar del paisaje que ofrece a los visitantes, además de conocer ya la historia, sus leyendas y la gran tradición que se vive en este emblemático lugar de San Esteban Tizatlán, Tlaxcala.