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SIEMPRE TE ESPERARÉ

Yo siempre pensé que era como los demás, tengo un gran olfato, corro muy rápido y me encanta que me acaricien la pancita, pero siempre escucho que me dicen “Eres muy especial” y yo creo que todos lo somos, todos tenemos el poder de hacer sentir bien a alguien o de ayudarle.

Vivo cerca del mar, mi familia es Elisa, una chica de unos 24 años que estudia artes y disfruta de la buena música. Nos gusta salir a caminar todas las mañanas en la playa, adoro la brisa fresca de las olas en mi cara, siempre corro y me mojo las patitas, es de mis actividades preferidas, pero sin duda mi parte favorita del día es cuando llega Eli después de un largo día a casa.

Cuando las manecillas del reloj están cerca del 5, sé que está por volver, todos los días la recibo con brincos y besos que yo sé que ella adora, siempre me abraza y me dice que soy su héroe, su mayor apoyo y su salvación, lo que no sabe es que ella también la mía.

A veces ella estaba estresada por tareas, problemas y situaciones que en ocasiones no entendía, solo sabía que debía estar con ella y hacerla sentir bien, solía recargar mi cabeza en sus piernas o la dejaba abrazarme mientras caían lagrimas por sus mejillas, por mucho tiempo me hizo saber que yo la salvaba de esos malos días y que era un héroe sin capa, sinceramente no sé a qué se refería, solo sabía que hacía lo correcto o eso creía.

Un día, las manecillas del reloj pasaron por el 5, después el 6 y así hasta llegar al número 12, empecé a sentirme ansioso y decidí salir por la ventana de la puerta trasera de la casa para irla a buscar, quizá se quedó con alguna amiga o a cenar como a veces pasaba, pero algo dentro de mí me decía que me necesitaba, que quizá estaba en problemas y como buen héroe tenía que ir a salvarla.

Camine unas cuantas cuadras, olfateé que estaba cerca, camine un poco más y ¡Ahí estaba! Justo donde lo imaginé, en su restaurante favorito, mientras me acercaba al lugar, pensaba en qué me daría de cenar esta vez, la última vez que fue a aquel lugar, me llevó media hamburguesa ¡estaba deliciosa!, pero al llegar al lugar vi a sus amigas y su abrigo, pero no la veía a ella.

Una de ellas me reconoció y corrió a abrazarme, yo moví mi colita para hacerle saber que también me daba gusto verla pero esta vez era un abrazo diferente, ella no estaba feliz de verme, estaba llorando y entre lágrimas me dijo -Se la llevaron, no la encontramos, ayúdanos a buscarla- Yo no entendía que pasaba, el rastro de su perfume llegaba hasta ese punto, mientras volteaba a todos lados para buscar a Eli escuché que otra de sus amigas le decía a un sujeto de uniforme que la habían subido a una camioneta y se la habían llevado, ¿estaría hablando de Eli?.

Corrí entre los pocos autos que pasaban por esa avenida, pero ninguno me daba pista de donde estaba, sabía que era mi responsabilidad encontrarla, pues ella siempre me dijo que yo la salvaba de los peores momentos y que era su héroe, pero por más que corría y corría, buscaba y buscaba, no pude encontrarla.

Entonces en ese momento me di cuenta que había perdido mis poderes, de hecho, quizá nunca los tuve y quizá Elisa estaba decepcionada de mí, porque después de todo, su héroe no pudo salvarla.

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