CLASES A DISTANCIA
La educación es un derecho fundamental de todos los NNA (niños, niñas y adolescentes) independientemente de la contingencia de COVID-19. Las escuelas están cerradas, los maestros y maestras han tenido que cambiar sus clases presenciales a una modalidad en línea, y los NNA están en casa realizando sus tareas y actividades escolares.
Sin embargo el distanciamiento social no ha sido únicamente una separación física, en muchos casos, también ha traído consigo un apartamiento emocional y afectivo. La pandemia vino a fracturar nuestras vidas, a exponer nuestra fragilidad humana, a causarnos múltiples heridas y a mostrar la diversidad de crisis de las que Edgar Morín había escrito en su libro La vía (2009).
Morín hablaba entonces de una multicrisis cuando mencionaba una crisis política pero también poblacional, alimentaria, económica, ecológica ,científica , religiosa, sanitaria, técnica, energética, social y, desde luego educativa.
Hoy necesitaremos mas buenas intenciones para salir de esta policrisis y poder restaurar no ya la normalidad, porque considero que ninguno de nosotros queremos que vuelvan a ser las cosas como antes, sino mejor que antes. Restaurar, un mínimo de orden y de tranquilidad para reanudar nuestras labores, posteriormente será resarcir los daños causados por la epidemia, y también remediar los desaciertos derivados de decisiones y practicas equivocadas.
La pandemia nos invita a replantear nuestro sistema educativo, definir las filosofías educativas que lo orientan, promover un nuevo reto humanista integrador, e impulsar la equidad educativa así como la empatía.
El educador hace mucho más que dar clases…
Acompaña procesos de humanización y lo hace proponiendo experiencias y creando espacios de reflexión para que los educandos puedan reflexionar sobre lo que son, saben y hacen y se den cuenta de cómo han llegado a serlo para que sabiendo cómo son y actúan en relación consigo mismos, los demás y el mundo, puedan actuar autónoma y colaborativamente para resolver la vida familiar, vecinal, laboral, social.
Lo que constituye a la escuela no son sus paredes, sino su proyecto educativo. Tener claras las finalidades y que haya métodos para caminar hacia ellos. Una escuela que educa lo hace dentro y fuera de sus instalaciones.
Las escuelas que durante la pandemia han educado no necesariamente lo han hecho dando las clase a través del internet como si los estudiantes estuvieran en clase, repitiendo el modelo que ha demostrado ser insuficiente.
Claro es que la forma de trabajo debe ser adaptada al contexto en el que se vive. Pero cuando la escuela sabe cuáles son realmente su función y cometido, sus miembros se entregan a crear condiciones educativas para que las personas puedan caminar hacia quienes están llamados a ser, por con y para los demás, relacionándose con el mundo para dejarlo mejor que como se le ha recibido.
En la casa o en el plantel escolar, volver a la escuela es ser parte de una comunidad que acompaña los procesos humanizantes, esos que nos hacen creer que por difíciles que estén las cosas, no todo está perdido.