EXPERIENCIA FAMILIAR.
La leyenda del nahual relata las apariciones de un ser oscuro, mitológico y poderoso, una horrible bestia nocturna, que de acuerdo con nuestros antepasados, en una persona convertida en animal que salía en la noches a recorrer sus tierras y con su aspecto de fiera protegía sus sembradíos de los cuatreros.
Mi abuelita que vivía en Zacatelco, municipio sureño de Tlaxcala nos contaba que su esposo, después de la Revolución, tuvo un amigo nagual de Santa Isabel Tetlatlahuca, el cual por las noches llegaba convertido en burro a visitarlo, pero que muchas veces el abuelo cansado de que lo asustara cuando se le aparecía así, lo salía correteando a sombrerazos, y es que de acuerdo con la leyenda del nahual, son personas que se podían convertir en lobos, coyotes, caballos, zopilotes, burros, guajolotes e incluso ranas o ajolotes en la noche y una vez que sale el sol, vuelven a ser humanos.
Además de que los nahuales tienen como misión el proteger al pueblo donde pertenecen. Por lo que mi abuelita decía “esta casa siempre va a estar protegida por el nahual, ya nadie podrá hacerles algo, ya que el amigo de tu abuelito aquí siempre los cuidará”.
Por lo que ya no nos causaba extrañeza escuchar correr como un caballo o un burro en la noche por los sembradíos de maíz, o escuchar chillar un marrano, un guajolote, borregos y todo animal de traspatio, ya que eran los preferidos del nahual para llevárselos.
Por lo que el relato que les voy a contar ahora, corresponde a los años 80s, cuando era yo muy pequeño, vivía en mi casa con mis padres y mis hermanos mayores, una día siendo aproximadamente las ocho de la noche, mi hermana mayor salió de casa para inyectar a una vecina, siendo ella enfermera, mi mamá la acompañó al domicilio de ésta.
Adentro, en mi vivienda, me encontraba en compañía de mis hermanos, comenzamos a escuchar a lo lejos que venía corriendo, lo que suponíamos era el nahual (como una carrera de caballo), el cual saltaba por el techo de mi casa pero ya no nos daba miedo escucharlo, porque creíamos que era el amigo del abuelo, pero esa noche fue singular, ya que al mismo tiempo se escuchó otra carrera similar del lado contrario lo que nos dio muchísimo miedo, a tal grado de abrazarnos los cuatro, mientras afuera en los sembrados de milpa, se escuchaba la pelea de dos bestias, acompañados del ladrerío de perros y la penumbra de la noche.
Afuera, mi madre y mi hermana vivían su propia experiencia en el callejón antes de entrar a la casa, sintieron un escalofrío intenso que las abrazó a las dos, cuando escucharon como pasaba corriendo algo enfrente de ellas y otra cosa por detrás, algo así como unos toros sin lograr verlos físicamente, y chocando uno contra el otro, a unos cuantos metros de ellas, donde se comenzó a escuchar una lucha campal entre las dos bestias, las cuales no se venían, solo se escuchaban como toros en brama en un corral, alrededor los perros que no paraban de labrar y aullar, todo era oscuridad y un fuerte viento.
Mi madre, sólo decía abrazando a mi hermana, “Ave María Purísima” por tres veces consecutivas, al decir la última frase, cesó la lucha, aclarándose la noche, los perritos con los pelos de su lomito parado regresaron a sus viviendas, y ellas, aun paralizadas por el miedo vieron como desaparecían los ruidos y todo volvía a la normalidad.
Esta es una experiencia vivida, donde deduzco que fue el amigo nahual de mi abuelito el que nos defendió de otro supuesto nahual malo… desde entonces, ya no me da miedo escuchar esas carreras peculiares en la noche, porque según nuestra creencia, es el nahual, el cual nos cuida desde hace ya muchos años y gracias a él nada malo nos pasará.