GITANA (2019)*
Hoy recordé que solías hablar de la magia, cosas interesantes sobre las casualidades de la vida y demás andares en la rutina. Estaba haciendo zapping en facebook, lo cual me remite a la ironía del ya no ver tanta TV. No había reparado en el día del mes o del mes en el año, pero allí estaba tu recuerdo. Siempre puntual como impuntual puedo ser yo.
Entonces todo tuvo sentido, el frio que me cala hasta los huesos, la lluvia por la mañana y los escalofríos al recorrer las calles de la ciudad después de salir de la terminal de buses. Así, el horario vuelve todo oscuro antes de que siquiera pueda entender como perdí nuevamente las horas de mi día. Claro ahora más ocupado que en tiempos pasados, imagino que dirás que eso es bueno, muy bueno.
Si lo es, solo que no sé qué hacer con mi sentimiento de… Bueno olvídalo. Que no sé cómo explicarme sin enredarme con todas esas metáforas presentes en mis pensamientos. Sigo sin descifrarlos realmente, bastante complicado como yo solo puedo hacerlo y tú te has convertido en personaje de otra novela. Esta no es mía, pero eres inconfundible.
Leía el borrador a inicios de año y esta ocasión tu nombre no cambió. Eres tú tan radiante, sonriente y fuerte, protegiendo lo que te importa. Cuando por fin esté terminado el final, publicada la novela, te compraré una copia y le pediré a Lenna que la firme para ti. Seguro es un buen detalle. Bueno eso espero, a parte está lo del poemario que en cierta forma es más tuyo que mío, por lo menos lo que escribo yo en él.
¿Ya leíste Atlántida? Espero que sí, bueno. A lo mejor no lo necesitabas, yo sigo guardándolo para cuando necesite salir de lo roto que quede y lo paté que termine hecho mi corazón de nuevo. Que ya es costumbre lo sé, pero ayudo el anterior y seguramente ayudará este.
Así que sin enredarme en palabras complejas, uno más.
GITANA
Me he leído tantos poemas,
recitado penas y convertido versos en condena.
Que no quiero contarte nada que no sepas,
ni recordarte días en primavera,
Gitana por tus sueños y los viajes que anhelas,
por las historias que ya no leas.
Por el sabor a café en tus labios
y el aroma a cigarrillo que solía impregnarte.
Por el cabello negro azabache,
y el colorido brillo de tus ojos.
Como las lentejuelas acompañando tu baile,
las estrellas en el manto de la noche,
el rojo escarlata que salpicaba tus mejillas,
cada vez que te miraba.
Desde pueblos a ciudades,
de teatros a los bares,
de mis memorias a mis narraciones,
desde Etiopía hasta Montevideo.
Gitana con tu vestido favorito,
con mis suspiros y escritos.
Cantando en plazas, en terrazas,
yo buscando en cada una de ellas.
TU MIRADA.
¿Recuerdas cuando te hablé de los versos y la arquitectura? y me enseñaste libros que en mi vida había conocido. Lo mejor del mundo, era que mi mundo eras tú. Entonces a unos años del fin del mundo, sigo preguntándome cómo es que sigo deambulando en el limbo si todo lo tengo enfrente y me hago el ciego.
No soy bueno en esto y lo sabes, no soy de dar saltos de fe. Fuiste el único que di, así que aquí me tienes. Siendo fiel a un recuerdo, devoto al templo de tu cuerpo. Y te dije: Nunca me hagas falta. Así que gracias, por ayudarme a completarme, por quedarte lo suficiente para que recuperase el resto de mis vidas y por darme lo mejor de ella.
31/10/19 La cuenta vuelve a cero, otro aniversario.
Quizá, este año sea diferente
y por fin encuentre lo que siempre me pediste,
una chica que disfrute de mi arte incluso más que tú.
*Zoé Z. Márquez Martínez. Estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, escritor nato y amante de las letras.