¿REALMENTE LA SOCIEDAD ESTÁ PARALIZADA O SE SIENTE PARALIZADA?
Muchos años han pasado desde que la Sociedad Mexicana documentó la cruel secuela de la que, hasta hace no más de 15 años, fue la enfermedad del momento: influenza virus A subtipo H1N1. Sin embargo, sincerando mis palabras y no perdiendo la valiosa noción de mi franqueza puedo decir que, en realidad, no vienen a mi memoria recuerdos de escenas cargadas de pánico social moderado y excesivo. Tampoco recuerdo a gobiernos tomando medidas desmesuradas ni, vienen a mi mente, grupos bastos (desmedidamente bastos) de personas buscando comprar productos indispensables para posteriormente ser almacenarlos en el más armonioso y cálido buque de guerra llamado casa, llamado hogar. ¿Será que el contexto global de aquel entonces no llegaría a compararse con la situación intemperante actual? O tal vez fue mi corta edad la que me limitaba a ver las cosas de una manera más consciente y amarga.
A mis casi 20 años de vida, y sentado sobre mi pequeño escritorio desgastado por el acaparamiento de los años, reflexiono como tal vez nunca alguna otra generación de personas de mi edad lo hará en un largo tiempo.
¿Es acaso este tempestuoso problema la barrera que con mucha angustia nadie esperaba?
¿Es acaso este el inicio de una dolorosa travesía que persistirá hasta el año “indefinido” del mes “indefinido” a la hora “indefinida”? y ¿Es acaso esta una excusa para rendirse ante la incertidumbre de la vida y dejarnos llevar por un río lleno de pirañas y plantas enredaderas que sin duda alguna nos impedirán seguir nuestro transcurso y nos terminarán haciendo mucho daño?
Retomando la interrogativa inicial ¿Estamos realmente paralizados?
Mi respuesta definitiva es no.
Para explicarlo citaré a uno de los filósofos que han tenido un impacto directo y profundo en el paradigma con el que actualmente me guío sobre el sendero de mi existencia: Heráclito. “La enfermedad hace a la salud agradable y buena, el hambre a la saciedad, el cansancio al descanso.” Sobre la premisa anterior recae el argumento para combatir la impotencia y desesperación que cientos de miles y tal vez millones de mexicanos sentimos como resultado de la incertidumbre.
Realmente no estamos paralizados, somos parte de una transformación constante. Según Heráclito los opuestos están unidos de manera indisoluble y para que una cosa pueda tener esencia propia siempre debe existir el contrario de la misma.
Es decir, ¿Qué significado tendría la paz si no conociéramos la atrocidad de la guerra?
¿Qué sería de la alegría si no tuviéramos impregnada la esencia de la tristeza?
¿Qué sería la salud si no conociéramos a la enfermedad tan cercanamente como ahora?
Tal vez, no apreciaríamos la vida de la misma forma, realmente no encontraríamos valor o esencia a lo que nos rodea de manera cotidiana. No estamos paralizados.
Estamos en proceso de adquirir mayor conciencia: de acercarnos más a nuestro núcleo familiar, de disfrutar todavía más el goce de una charla con un amigo, de agradecer con mayor entusiasmo la labor de un médico, de sentir la noción de libertad al poder caminar sobre el suelo fértil de un campo o la solidez fría y pura de una avenida de la gran urbe y sobre todo de apreciar la vida como nunca lo habíamos hecho.
“No estamos paralizados, estamos en proceso de ser mejores”.
Marco Antonio Cuacenetl Cuevas
Orgullosamente UPTx
* Estudiante del 5to cuatrimestre, grupo “A”, de la carrera de Ingeniería industrial de la UPTx. marcocuacenetl103@gmail.com