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CARNAVAL EN TLAXCALA

“La razón y esencia del Carnaval, es un producto eminentemente cristiano, cuando hizo acto de presencia en Europa poco a poco tuvo que ir destruyendo, tuvo que ir sustituyendo esas festividades de tipo pagano por acontecimientos de tipo cristiano y así surge la Fiesta del Carnaval”.

Maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin, DEP.

 

ANTECEDENTES DEL CARNAVAL EN TLAXCALA.

De acuerdo con testimonios arqueológicos, el primer señorío de la Antigua República de Tlaxcallan fue fundado por el gran caudillo Chichimeca-tlaxcalteca Culhualmaquicuanez, el abuelo de la cabeza ceniza, 1385,  el segundo fue de la antigua república de Tlaxcallan-Teyohualmiqui y a la llegada de los conquistadores, el gran senador y sumo sacerdote de Camaxtli, es Maxixcatzin.

 

Al paso de los años, las danzas son las que ahora conocemos y que se practican año tras año, llamadas camadas o cuadrillas. La transformación que fueron sufriendo estas danzas colectivas a través del tiempo transformaron su música, pasos y en consecuencia también su vestuario, conservando algunos elementos, como cierto ritmo un tanto monótono, así también en su música y vestuario y las plumas multicolores de sus atuendos varoniles en sus sombreros.

EMPIEZA LA FIESTA DE LA CARNE.

Por cuanto a las piezas que bailan son: entrada, cuadrillas, taragotas, la jota y salida, asimismo algunas piezas antiguas como: la Adelita, cielito lindo, y otras contemporáneas, destacándose como tradicional y típica la jota y el jarabe tlaxcalteco, respeto a la música, ha evolucionado, pues de grupos de cuerda, violines, guitarra  contrabajo, actualmente se acompañan de verdaderas y magnificas orquestas musicales.

LEYENDA DE LA CULEBRA.

 Se cuenta que en Papalotla, Tepeyanco y el valle de Tetlatlahuca del estado de Tlaxcala, hay una leyenda misteriosa, característica de nuestra raza: “existió cuando aún no se sabía de los hombres blanco y barbados, una doncella dotada de todas y cada una de las gracias y encantos propios de la mujer, así como de un cruel y perverso corazón y una extremada vanidad que la hacía complacerse en el tormento de los mancebos que hechizados por su hermosura, aspiraban a su amor”.

Por su culpa se lograban lances sangrientas y tenían lugar múltiples sucesos y calamidades, que la pasión de la bella provocaba, convirtiendo a un pueblo antes valerosos e invencibles en un puñado de hombres sin voluntad y sin más aspiración que obtener una sonrisa o una mirada suya, un Tlacotecaloto (divinidad) quiso librar al pueblo de tal hechizo y entre truenos y humaredas hizo desaparecer a la bella, quedando en su lugar solamente la chirrionera, asqueroso reptil que conservo el corazón maligno y perverso de la dama. Desde entonces, la chirrionera atormentaba con saña a los habitantes de toda la región, especialmente a los jóvenes, para aplacar la ira de la bella convertida en serpiente y para alejar a los espíritus, los mancebos idearon danzar en las afueras de la ciudad imitando el golpe de la culebra sobre sus cuerpos, utilizando chicotes largos  macizos que hasta la fecha se siguen usado para el mismo fin.

La danza representa al inicio la pasividad del pueblo hechizado y gradualmente penetra la vida y el entusiasmo amentado la ligereza y el balanceo de los movimientos ligeros y nerviosos, esperando el momento de enfrentarse al temido animal. Desenvuelve cada uno su culebra, la perezosa y malévola se arrastra hasta enredarse en su sitio, habitual para espiar traidoramente los movimientos de su víctima. Los danzantes después de provocar al animal con molinetes sobre él, se invitan a principiar la danza con la culebra, hasta que simultáneamente se lanza al ataque, suenan la chirrioneras tratando de enredarse con sus largos cuerpos los pies provocadores, golpes que los danzantes esquivan ágilmente, no logrando su furia atronado el aire con su chirrión.

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