LUCHA CONTRA EL OLVIDO…
POR MARÍA ISABEL GÓMEZ
Al tener como escenario el patio principal del Museo Miguel N. Lira, en la capital tlaxcalteca, el pasado 27 de agosto del 2022, Gabriela Conde Moreno, directora del Museo, presentó la Conferencia-Homenaje en Memoria de Cesáreo Teroba Lara y de su esposa Catalina Jaime Serrano, precisamente en la fecha del natalicio del catedrático universitario, ex alcalde, político, investigador y cronista tlaxcalteca, donde participaron historiadores, cronistas, investigadores, antropólogos, amigos y familiares cercanos al maestro, su nieta Olivia Teroba (Meneses), en su mensaje y como organizadora de este homenaje, destacó su sensibilidad de escritora, pero sobretodo su amor y respeto a sus abuelos, quienes perdieron la batalla al contagiarse de COVID en enero del 2021.
Con la frase:
EL DUELO ES COMO EL MAR, LA MAREA DETERMINA EL MOVIMIENTO DE TU CUERPO, TE AGITA TE REVUELVE, PERO DEBES DE RECORDAR DONDE ESTÁ LA TIERRA FIRME.
Olivia Teroba, explica que “El agua en movimiento fue la enfermedad repentina y la incertidumbre ante los contagios de cinco miembros de mi familia y de mí misma, la incredulidad en el momento en que nos arrebató a dos personas queridas, apreciadas, ejes de nuestro entorno familiar. La tierra firme es su recuerdo, son sus palabras y su presencia día a día, la tierra firme es mi familia nuclear, son nuestros primos, nuestros tíos que siempre han estado al pendiente de nosotros, nuestras amistades, la tierra firme es este momento en que nos reunimos a recordarlos”.
EL DUELO TE OCURRE A TÍ, NO A ELLOS, ELLOS YA NO ESTÁN, LA QUE SIENTE TRISTEZA ERES TÚ, LA QUE TIENE QUE LIDIAR CON LA PÉRDIDA ERES TÚ.
Se pregunta entonces, ¿Cómo contemplar con esa entereza una pérdida? Todos los procesos son distintos, cada muerte es única como cada vida lo es, pero sin duda ante el desconcierto, ante la certeza de que quizás nuestras vidas son un instante del respirar del tiempo, no es acaso maravilloso haber podido todos nosotros coincidir en un momento y además formar una familia, las frases tópicas se agotan, las voces de tan dichas se vacían de significados, aprovechar el tiempo, vivir la vida al máximo, valorar lo que tienes, y mucho de eso de que sentimos ahora hablo por mí, por mi familia.
Enfatizó “Pero hay otro sentimiento imposible de transmitir sin que las palabras se extravíen en lo que intentamos decir, me atrevo a intentar nombrarlo, como la sombra ante el prodigio de la vida después de conocer de cerca la muerte, lo extraordinario para nosotros, de estas dos existencias que tuvimos la dicha de compartir las anécdotas que nos contaron que ahora son nuestras y que preservamos en nuestra memoria”.
CATALINA JAIME SERRANO. Digo tu nombre y te recuerdo, digo tu nombre y existes de nuevo en nuestra memoria, cuando eras niña en el campo, en el Charal, cuando ibas con tu hermana Paula y tu mamá Imelda, a dejar el itacate de papá, tu familia reunida comiendo en medio de las milpas, las lluvias desbordaron el río y malograron la cosecha en 1940. Tus pies descalzos y avanzando por el lodo buscando con ahínco semillas de frijol que se hubieran salvado para comer.
La mudanza de tu familia a la ciudad de México, las tres mujeres, tu mamá, tu hermana y tú, yendo para todos lados juntas, la vecina que sugirió a mi bisabuela meter a sus hijas a la escuela, así es como tú entraste a la primaria, una primaria exclusiva para niñas que estaba cerca de tu casona, tú y tu hermana iban de la mano, cada una con un maletín de madera que contenían sus libretas de papel revolución y un lápiz, que se terminaban hasta el último para hacerlo rendir, tu profesora que te contaba de las esculturas de Miguel Ángel en Europa, que te las describía con tanta inspiración y esa inspiración te la transmitió para seguir estudiando, la dulzura y paciencia que tenías para dar clases, el amor por tus hijas y tus nietos, las tardes cuando nos cuidabas y jugábamos juegos de mesa, tu religiosidad, tu fe tal dulce, de las frases que escuchamos tantas veces ¡VALES MUCHO!, ¡TE QUIERO MUCHO!, ¡TIENES QUE SACAR PUROS DIECES Y ESFUERZATE MUCHO EN LA ESCUELA!, ¡MI CONSENTIDO!, ¡ESTÁS HERMOSO, TE QUIERO MUCHO!, ¡DIOS TE HAGA SANTO!, ¡DICHOSOS LOS OJOS QUE TE VEN!…
CESÁREO TEROBA LARA, digo tu nombre y te recuerdo, te traigo en este momento, lucho contra el olvido te mantengo un instante, tu infancia en Acuitlapilco, el pueblo donde el agua se muerde la cola, tu asombro ante la ciudad de México, de niño en los años cuarenta, tu vida en un cuartito humilde al lado de la casona de los patrones de tu mamá, mi bisabuela …, la higuera cuyos frutos comían cuando no había nada más, tu amor y respeto por el trabajo de tu mamá lavando ajeno y limpiando casas, tus empleos de niño en puestos de periódicos, tu decisión por ser maestro normalista, estudiar en la UNAM, entrar en la política, el amor por mi abuela, la transformación de ese amor en tres hijas y una casa.
Tu viaje a España, la mudanza, el regreso a Tlaxcala, tu curiosidad, tu sed de aprendizaje, una forma de afecto hacia esta ciudad, tu carácter estricto, pero siempre cariñoso, tu manera de organizar tus papeles, tu casa, el mundo, de buscar siempre nuevos descubrimientos, nuevas enseñanzas, tus consejos, tu energía inagotable, tu preocupación porque siempre decías que no saliéramos de casa sin haber desayunado, y permeándolo todo, tu amor por lo vivo, tu jardín, tu perro, la milpa que cultivabas cada año en tu ranchito, tus frases; ¡NADIE HARÁ POR TI, LO QUE TÚ NO HAGAS POR TI MISMO! y con una voz fuerte y clara ¡CUIDATE!.
El amor de ambos, reunieron en una frase común de su bolero favorito, TODA UNA VIDA ESTARÍA CONTIGO, NO IMPORTA DE QUE FORMA NI DONDE NI COMO PERO JUNTO A TI, TODA UNA VIDA TE ESTARÍA CUIDANDO COMO CUIDO MI VIDA QUE LA CUIDO POR TI… el amor que permanece en nuestra memoria.
Sé que muchos de los aquí presentes perdimos a nuestros seres queridos en los últimos años, espero que estas palabras y estos momentos compartidos, esa memoria construida y cimentada en la colectividad puedan brindar un consuelo. Concluye la joven escritora.
Antes, la actual cronista de la ciudad de Tlaxcala, Carolina Figueroa Torres, destacó que poner en alto el nombre del maestro Cesáreo Teroba Lara, como divulgador del concepto de la tlaxcaltequidad, “Don Cesáreo, donde se paraba hablaba de ese concepto, además de que se reconoce ese ejercicio docente, acercarse a él, será como acercarse el que tiene sed al agua, una fuente de sabiduría y un ser generoso en todos los sentidos, y te empezaba a platicar y a contarte sus propias historias y empezaba animarte en el camino de la investigación, eso es algo que siempre le voy a agradecer, el haberme guiado al camino como investigadora…”.
De igual forma, el antropólogo, Nazario Sánchez Mastranzo, enfatizó que el maestro Cesáreo Teroba era: “el árbol bueno que cobija a las pequeñas plantas, que compartía la sabia del conocimiento sin miedo en que lo pudieras plagiar a que o pudieras marchitar, ante todo eso, siempre la figura precisamente del hombre con conocimientos, incluso lo vería como el buen abuelo, consentidor, siempre compartiendo sus saberes”.
Finalmente, Cuatlatohuac Xochitiotzin Ortega, mencionó que al recordar al maestro Cesáreo Teroba Lara, se le viene a la mente, cuando se reunía con su papá Desiderio Hernández Xochitiotzin, donde el tema principal siempre era hablar de Tlaxcala, “fuimos testigos de cómo se iba forjando la historia de dos grandes personajes de la cultura, quienes engrandecieron la tlaxcaltequidad en nosotros”.
A este homenaje, se sumó el antropólogo Mario Ríos Reyes, quien recordó la última vez que vio al maestro Cesáreo Teroba, donde le entregó un libro sobre la vida de Crisanto Cuéllar Abaroa, a los tres días le habló por teléfono para saber su opinión sobre el libro, le dijo “tengo COVID”, tres días después, ya no tenía…
“La pandemia a la sociedad de cronistas les pegó duro y nos quitó un Diego”, concluyó el antropólogo Mario Ríos con un poema de su autoría, denominado:
¿QUÉ ES UN CRONISTA?