ÓRGANO DE DIFUSIÓN CULTURAL.
Por: Ma. Isabel Gómez M.
A partir del mes de junio, la representación estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lanza el suplemento mensual digital “La ChíquINAH”, para vincular a sus investigadores con los lectores, a través de temas que conectan pasado y presente con un lenguaje sencillo.El órgano de difusión cultural, el cual puede descargarse gratuitamente en el perfil de Facebook INAH Tlaxcala, fue presentado mediante la plataforma zoom, por José Vicente de la Rosa, delegado estatal y por los especialistas Nazario Sánchez Mastranzo y Milton Gabriel Hernández García, miembros del comité editorial y autores de los artículos principales de las dos primeras entregas: La epidemia de 1918 en Tlaxcala y La antropología frente a la pandemia.
La presentación fue moderada por el etnólogo Diego Martín Medrano, titular del Museo Regional de Tlaxcala-INAH, quien le dio la palabra inicialmente al delegado estatal del Instituto, José Vicente de la Rosa Herrera.El proyecto de divulgación, emprendido en consonancia con la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, señaló De la Rosa Herrera, es promisorio, tanto así que se tienen contenidos programados hasta abril de 2021.
Explicó que a la luz de estos momentos difíciles que está pasando el mundo, esta contingencia, iniciamos una forma muy horizontal y permanente de comunicación del INAH Tlaxcala, de un conocimiento del término del trabajo que se desarrolló y un estímulo para seguir trabajando. Se trata, dijo, de un ejercicio de reflexión entre arqueólogos, antropólogos, historiadores, arquitectos, etnohistoriadores y otros especialistas integrados a las áreas del Centro INAH Tlaxcala, pero también como un espacio que busca reivindicar y promover los “saberes sometidos”.
Donde se divulgar el conocimiento de la manera más sencilla, más cómoda para que, por un lado, todas las generaciones puedan tener acceso, los jóvenes, adultos y mayores, por otro lado independientemente de la formación que tenga cada quien o incluso, sin una forma formación necesariamente universitaria o educación superior, es hacerlo más humano, compartir ese conocimiento, sobretodo en el rubro del patrimonio material e inmaterial, de los portadores de estos conocimientos ancestrales como puede en la gastronomía, la elaboración de las tortillas de maíz, la forma de preparar el mole, el chile quemado, son nuestras abuelas, nuestros ancestros y muchas veces ellos no han tenido una formación académica formal, pero son gente sabias que nos trasmiten sus saberes como lo señala el famoso antropólogo francés Michel Foucault, anteponiendo en valor y en el sentido no solo de ser reconocidos, sino asumirse como parte de nuestra identidad, honrarlos, respetarlos y además de promoverlos.
El suplemento cultural es una iniciativa colectiva, multidisciplinaria e incluyente, que como primer resultado gestó entre el lápiz y papel de la comunidad INAH a La Chíquina, (en náhuatl: nueve anillos), como se conoce en Tlaxcala al Cacomixtle (también del náhuatl, Tlacomiztli, mitad felino). Su naturaleza lo hace un solitario nocturno que refleja en sus grandes y brillantes ojos la curiosidad, igual que los diversos ojos del Centro INAH que permanecen indagando en el campo fértil de la historia de Tlaxcala.En su intervención del historiador Nazario Sánchez Mastranzo, detalló de su texto: La epidemia de 1918 en Tlaxcala, un momento crucial en su memoria, porque unió a sus habitantes en torno a imágenes milagrosas, reviviendo así las procesiones que tuvieron lugar durante la Colonia para “calmar” las pestes, como la de 1735, cuando por primera vez se sacó a la Virgen de Ocotlán por las calles de la ciudad.
El impacto de la mal llamada “gripe española” en Tlaxcala fue corta, pero de consecuencias fatales, señaló el investigador. En ese año, 1918, la “Preciosa Sangre de Cristo”, de la Parroquia de San Toribio Xicohtzinco, salió en procesión por la región sur del estado: “nuestras abuelas contaban que la gente podía estornudar y caer fulminada en la calle, de ahí que se buscó el auxilio divino. Ahora sabemos que esas concentraciones lejos de mitigar los contagios, los aumentaron”. Por lo que exhortó a los lectores a leer y comentar este trabajo que se ofrece a través de la ChiquINAH. (Número 1).
Por su parte, Milton Gabriel Hernández García, coordinador del consejo editorial de La ChíquINAH, refirió que el segundo número parte de la pregunta ¿qué puede aportar la antropología para comprender las dimensiones de la pandemia de COVID-19, y contribuir a la resolución de esta problemática? “La antropología siempre ha estado pendiente de este tipo de fenómenos que afectan la salud y la vida de las sociedades. Desde el campo de la antropología médica se pretende entender cómo las poblaciones rurales e indígenas responden a esta circunstancia, por ejemplo, en cuanto al uso de la medicina y ritualidad tradicionales”.
“Asimismo, la antropología del rumor hurga en las reacciones colectivas ante las medidas sanitarias impuestas. La Organización Mundial de la Salud ya ha señalado que en estas coyunturas se padece infodemia, es decir, la saturación de información muchas veces no confirmada o manipulada, la cual se manifiesta en descontrol social, donde se agrede al personal de salud o a los encargados de sanitizar los espacios públicos”.
Después de todo, indicó el antropólogo social, la pandemia tiene impacto multidimensional, y sus efectos más dañinos recaen en quienes padecen la desigualdad sistémica: trabajadores por cuenta propia, jornaleros agrícolas, desempleados, trabajadoras domésticas, migrantes. Este virus no respeta clases sociales.
Toda esta información puede ser abordada desde un punto de vista antropológico para dar respuesta al porqué la población reacciona a esta situación en diferentes comportamientos sociales, que llevan a transformaciones en el ámbito educativo, laboral, en la vida cotidiana de las sociedades tanto a nivel mundial y nacional.
Otras de sus consecuencias se darán en la expresión de los afectos y en el turismo, quizá, con un “despunte” de destinos más “aislados” y rurales. Que no concentra grandes cantidades de turistas. La antropología no solo nos ofrece la oportunidad de aprender y entender, sino comprender algunos aportes a la resolución de esta problemática, y contribuir ante la crisis mundial que ahora se está viviendo.
Destacó que en los siguientes número del suplemento cultural, los lectores podrán encontrar un texto de Jorge Guevara, sobre la relación de los indígenas con la naturaleza, en particular la que mantiene el pueblo de Ixtenco, ubicado en las faldas de La Malinche; y otro de Eduardo Sánchez Velasco, para continuar con la reflexión de la pandemia de COVID-19.
La Zona Arqueológica Cacaxtla-Xochitécatl ante la nueva normalidad, artículo de los arqueólogos Andrés Santana y Yajaira Gómez; La salvación del alma ante la muerte en la Tlaxcala novohispana y Un exvoto olvidado de la iglesia de San Lucas Tlacochcalco, de Claudia Guadalupe Hernández y Ricardo Mendoza, respectivamente, son algunos de los títulos ya previstos para la siguiente entrega de La ChíquINAH.